Explora cómo la mentalidad de crecimiento vs fija impulsa el aprendizaje, superación de fracasos y desarrollo continuo en toda nuestra vida
¿Alguna vez has dicho frases como: “Soy malo para los números”, “no soy buena para las ventas”, “no se me dan los deportes”? Este tipo de creencias comunes puede limitar tu potencial al instaurar una mentalidad fija que dificulta el cambio y el crecimiento.
El enorme peligro de estas frases tan comunes es que nuestras creencias se vuelven realidad.
Tu creencia hace que no intentes ni aprendas a hacer algo, y el no intentar ese algo hace que te conviertas en esa persona que no lo sabe hacer.
Creencias → Acciones → Identidad
La mentalidad de crecimiento, un concepto brillante traído a la luz por la Dra. Carol Dweck, es la mejor guía que he encontrado para el crecimiento personal.
Con esta mentalidad de crecimiento, cada error, cada tropiezo, puede ser una oportunidad dorada para elevarnos más alto. Por el contrario, la mentalidad fija, como un lastre en nuestras alas, puede mantenernos anclados y limitar nuestro potencial.
Hoy, exploraremos los conceptos claves de cómo una mentalidad de crecimiento y aprenderemos cómo convertir nuestros fracasos en escalones hacia el éxito, y cómo evitar la trampa de la mentalidad fija que nos limita.
La mentalidad de crecimiento es creer que nuestras habilidades y talentos pueden crecer a través del esfuerzo y el proceso de aprendizaje.
Quienes adoptan esta mentalidad de crecimiento ven el fracaso no como un reflejo de sus habilidades, sino como un peldaño en su viaje de autodescubrimiento y desarrollo personal. Este enfoque fortalece la resiliencia y abre las puertas a emprendimientos novedosos. Además de enfrentar los desafíos con valentía, sabiendo que cada dificultad es una oportunidad para crecer y fomentar la resiliencia. Este cambio de perspectiva permite abrirse a ideas que transforman las limitaciones en posibilidades de crecimiento.
En contraste, una mentalidad fija pensar que un fracaso define el límite de nuestras habilidades. Esto nos lleva a evitar riesgos y nos deja atrapados en un ciclo de complacencia.
Imagínate que Messi falla un tiro a sus 6 años de edad y dice: “No soy bueno para el futbol, mejor hago otra cosa.” Nadie nace sabiendo todo.
Con una mentalidad de crecimiento, ese penal fallado no es el fin, sino un paso hacia el aprendizaje. Los fracasos se abordan con curiosidad.
En lugar de preguntarse "¿Por qué a mí?", nos preguntamos "¿Qué puedo aprender de esto?"
Este cambio de perspectiva transforma los fracasos en experiencias enriquecedoras, alimentando nuestra resiliencia y capacidad de recuperación. Recordemos que el éxito no se trata de no cometer errores, sino de aprender a levantarnos con más sabiduría cada vez que caemos. La creencia del error no debería limitar nuestro progreso; en cambio, alienta la experiencia del fracaso como parte integral del proceso de aprendizaje.
Adoptar una mentalidad de crecimiento es un viaje que requiere compromiso y práctica.
Aquí te comparto algunos pasos que pueden ayudarte a cultivarla:
Aunque a veces nos cuesta aceptarlo, el ambiente que nos rodea influye muchísimo en cómo actuamos.
Como dicen por ahí, somos el promedio de las 5 personas con las que más tiempo pasamos. Rodearte de personas optimistas que primero buscan el “cómo sí” puede mantenerte enfocado en crecer y aprender.
Las organizaciones que fomentan la innovación y el aprendizaje continuo, donde el fracaso no se penaliza, suelen tener equipos más resilientes y creativos. Por el contrario, en un entorno donde se castiga el error, se fomenta el miedo y la parálisis, lo que limita tanto tu crecimiento personal como el de la organización.
Desmantelar una mentalidad fija puede ser un desafío, pero es un viaje posible para cualquier persona.
No nacemos con una mentalidad fija en ningún aspecto de la vida. Y si nosotros la creamos, nosotros podemos destruirla. O, ¿acaso has visto a un bebé que no quiera intentar aprender a hablar o caminar?
A menudo, está arraigada en creencias limitantes que nos decimos a nosotros mismos. Si te encuentras atrapado en pensamientos como "No soy bueno en esto" o "Nunca podré hacerlo", es hora de preguntarte por qué no, y pasar al cómo sí.
Observa tus pensamientos y, cuando notes una perspectiva fija, reorienta tu narrativa. En vez de decir "Soy un fracaso en esto", di "No he tenido éxito todavía, pero puedo mejorar con práctica". Este simple cambio puede revolucionar la manera en que enfrentas los desafíos y abrirte a nuevos horizontes en nuevos negocios o emprendimientos novedosos.
En el ámbito empresarial, la mentalidad de crecimiento es un activo invaluable. Crear una cultura que valore el desarrollo continuo y la innovación por encima del miedo al error es la base necesaria para tener creatividad y adaptabilidad.
Si Kodak hubiera tenido una mentalidad de crecimiento hubieran buscado aprender sobre fotografía digital y encontrar nuevas oportunidades de crecimiento de su modelo de negocios.
Los líderes que abrazan esta mentalidad no solo son más resilientes frente a las situaciones difíciles, sino que inspiran a sus equipos a arriesgarse, a experimentar y a crecer continuamente. Además, esta mentalidad fomenta la colaboración, donde compartir errores se convierte en una lección colectiva y un motor de mejora. Esta perspectiva es clave para alcanzar el éxito empresarial y fortalecer la cultura de aprendizaje permanente y desarrollo profesional en los equipos de trabajo.
La mentalidad de crecimiento es una herramienta poderosa que transforma los fracasos en oportunidades de aprendizaje y desarrollo.
Al cambiar nuestra percepción sobre el error, podemos liberarnos de las cadenas de la mentalidad fija y dar la bienvenida a un futuro lleno de posibilidades.
Adoptar esta mentalidad es como tener un superpoder que no solo transforma nuestra relación con el fracaso, sino que también alimenta nuestra resiliencia, creatividad y motivación en todos los aspectos de nuestra vida.
En un mundo donde los fracasos son inevitables, la mentalidad de crecimiento los convierte en una escalera hacia la realización personal.
Editado por
Karla Ferreira
Transformemos nuestra percepción del fracaso y utilicémoslo como catalizador del crecimiento.