La evolución de la filantropía fue testigo del auge de los esfuerzos organizados a gran escala para abordar problemas sociales.
Cuando pensamos en caridad y filantropía, a menudo nos vienen a la mente imágenes de multimillonarios benevolentes, campañas enternecedoras y la promesa de un cambio positivo. Estos actos de altruismo se celebran en la sociedad como símbolos de esperanza y compasión. Pero, ¿y si te dijéramos que, detrás de las cámaras, el mundo de la caridad y la filantropía dista mucho de ser perfecto? En este artículo, vamos a quitar el barniz brillante y a examinar críticamente por qué las organizaciones benéficas y filantrópicas a menudo no están a la altura de sus elevados ideales.
Antes de profundizar en sus limitaciones, aclaremos qué entendemos por "caridad" y "filantropía". La caridad suele referirse a actos de donación, a individuos o pequeños grupos, impulsados por un sentimiento de compasión y altruismo. La filantropía, por su parte, implica esfuerzos más sistemáticos y organizados para abordar problemas sociales, a menudo llevados a cabo a través de grandes organizaciones o fundaciones.
Ambos términos tienen profundas raíces históricas. "Caridad" remonta su etimología a la palabra latina "caritas", que significa "estima" o "afecto". "Filantropía" también encuentra sus orígenes en la palabra griega "philanthrōpía", que significa "bondad, humanidad o amor por la humanidad". Estas raíces lingüísticas subrayan la bondad inherente asociada a estos conceptos.
Las donaciones caritativas están vinculadas a la religión desde hace mucho tiempo, ya que muchas religiones animan a sus fieles a ayudar a los menos afortunados. Históricamente, estos actos de caridad solían ser locales y comunitarios, y ofrecían ayuda inmediata a los necesitados. Sin embargo, la evolución de la filantropía fue testigo del aumento de los esfuerzos organizados a gran escala para abordar problemas sociales. Este cambio marcó el nacimiento de las prácticas filantrópicas modernas. Por ejemplo, la recaudación de fondos moderna, tal y como la conocemos hoy, comenzó en el siglo XVIII en la Universidad de Harvard.
Cuando se habla de filantropía, es imposible no asociarla inmediatamente con una actividad exclusiva de los ricos utilizada como "velo de benevolencia para encubrir las fechorías empresariales". A menudo pensamos que la filantropía es algo que sólo hacen los ricos para quedar bien o esconder sus errores. Seamos sinceros, suelen ser los ricos quienes están en posición económica de pagar una sesión de fotos en un hospital infantil. Pero la filantropía es mucho más que dinero. Dar tu tiempo, tus habilidades o ser voluntario también cuenta como filantropía. En el mundo de las donaciones, todo ayuda, por pequeño que sea.
Aún así, muchas personas creen que sólo el dinero puede marcar la diferencia, lo que les hace pensar que la filantropía es sólo para los ricos. Aunque las donaciones de los ricos pueden hacer el bien, también plantean interrogantes sobre la equidad. Para entenderlo, debemos fijarnos en el destino de su dinero. Hay mucha filantropía, pero sólo una pequeña parte va a parar a personas que lo necesitan. La mayor parte del dinero se destina a cosas como el arte, el deporte, la educación y la sanidad.
Te estarás preguntando: "¿Cuál es el problema con esto?" Bueno, el problema es que una gran parte del dinero que se destina a la educación va a parar a lujosas universidades de élite a las que asisten sobre todo personas adineradas. En términos sencillos, es habitual que los ricos apoyen causas de las que forman parte o que les ayudan personalmente: "Gran parte de la filantropía de élite tiene que ver con causas de élite".
Seamos claros: la filantropía ha aportado inmensos beneficios a la humanidad, como Bill Gates financiando investigaciones para luchar contra la malaria y la polio, que han permitido vacunar a 2 mil 500 millones de niños. Sin embargo, es esencial ver la otra cara de la moneda: las grandes donaciones filantrópicas eclipsan otros problemas acuciantes del Sur Global.
Estos donantes suelen proceder de entornos privilegiados y no comprenden las necesidades y prioridades reales de las comunidades locales. Esta situación puede dar lugar a lo que se denomina "complejo del salvador blanco", en el que personas bienintencionadas pero totalmente no cualificadas de entornos más ricos intentan resolver problemas complejos en tierras extranjeras, reforzando a menudo estereotipos perjudiciales.
Además, no es realista suponer que las grandes donaciones llegan sin condiciones. En países del norte global, estas contribuciones suelen venir acompañadas de agendas específicas y pueden incluso influir en el proceso democrático. Y no olvidemos las importantes deducciones fiscales que conllevan. El capitalismo tiene mucho que ver en esto, ya que las grandes disparidades de riqueza permiten que unos pocos tengan un impacto desmesurado en las actividades benéficas y filantrópicas. En resumen, las prácticas filantrópicas tradicionales pueden sostener la supremacía blanca, el patriarcado, el clasismo y otros sistemas opresivos.
Una limitación evidente de las organizaciones benéficas y filantrópicas es su tendencia a centrarse en soluciones a corto plazo. Aunque la ayuda inmediata es crucial, el cambio sistémico a largo plazo suele requerir un enfoque más matizado. Los problemas de rendición de cuentas, transparencia y la aparición ocasional de fraudes en el seno de estas organizaciones también han empañado su reputación.
Aunque las organizaciones benéficas y filantrópicas suelen asociarse a nobles intenciones, es importante reconocer que no todas son iguales. Así como hay iniciativas benéficas sinceras y de gran repercusión, también hay casos de fraude y mala gestión que pueden empañar la reputación de todo el sector.
Las organizaciones benéficas, por naturaleza, dependen de la buena voluntad y la confianza de los donantes. Desgraciadamente, a veces esta confianza puede ser explotada por personas u organizaciones sin escrúpulos. Los casos de organizaciones benéficas fraudulentas y los escándalos de malversación de fondos han saltado a los titulares, lo que ha llevado a cuestionar la eficacia de la regulación y la supervisión en el sector benéfico.
El fraude benéfico no es un delito sin víctimas. Cuando los fondos destinados a buenas causas acaban en las manos equivocadas, no sólo se priva a los necesitados, sino que también se erosiona la confianza pública en las organizaciones benéficas. La gente duda mucho a la hora de hacer donaciones, temiendo que su dinero no se utilice según lo previsto. En última instancia, esto puede obstaculizar la capacidad de las organizaciones benéficas legítimas para tener un impacto positivo.
Para combatir el fraude benéfico, los donantes deben actuar con la diligencia debida antes de contribuir. Esto significa investigar las organizaciones, revisar su transparencia financiera y asegurarse de que están registradas y cumplen las leyes y reglamentos pertinentes. Diversas organizaciones de vigilancia y recursos en línea pueden ayudar a los donantes a tomar decisiones con conocimiento de causa. Consulta este artículo y descubre qué debes tener en cuenta a la hora de hacer una donación.
Aunque es importante estar alerta contra el fraude, es igualmente vital no dejar que el escepticismo nos disuada de apoyar causas benéficas auténticas. Los casos de fraude no deben eclipsar el enorme bien que las organizaciones benéficas y la filantropía pueden lograr cuando están impulsadas por motivos altruistas y un compromiso con la transparencia.
Reconocer la existencia del fraude caritativo es un paso necesario para mejorar la eficacia y la integridad de las donaciones benéficas. Al ser conscientes de las posibles trampas y actuar con cautela, los donantes pueden asegurarse de que sus contribuciones benefician realmente a los necesitados. Además, la defensa de una mayor responsabilidad y transparencia en el sector de la beneficencia puede ayudar a prevenir el fraude y garantizar que los esfuerzos filantrópicos se destinen sistemáticamente a iniciativas significativas y de gran impacto.
En medio de estas deficiencias, ha surgido un concepto conocido como altruismo eficaz. El altruismo eficaz anima a las personas a maximizar el impacto positivo de sus donaciones benéficas estudiando cuidadosamente dónde sus recursos pueden marcar una mayor diferencia. Trata de combinar racionalidad y empatía en la búsqueda de un cambio significativo.
Casos notables, como el trabajo de organizaciones como Give Directly y Against Malaria Foundation, ejemplifican los principios del altruismo eficaz en acción. Estas organizaciones se centran en intervenciones basadas en pruebas y de gran repercusión para hacer frente a la pobreza y la enfermedad.
Aunque las organizaciones benéficas y filantrópicas son vitales, no son las únicas vías para el cambio positivo. La promoción y el cambio político pueden ejercer una enorme influencia en los problemas de la sociedad. En algunos casos, la acción directa, en la que los individuos participan activamente en la resolución de los problemas, puede ser más eficaz que las tradicionales donaciones benéficas. Otra alternativa es la recaudación de fondos centrada en la comunidad, iniciada por un grupo de personas racializadas que están motivada por cambiar radicalmente la forma de recaudar fondos en el sector no lucrativo.
Conclusion
La caridad y la filantropía, aunque bienintencionadas, no suelen cumplir sus promesas. El mundo de la filantropía está marcado por complejidades, desequilibrios de poder y limitaciones. A medida que nos enfrentamos a estos retos, debemos adoptar un enfoque más crítico y holístico para abordar los problemas de nuestro tiempo.
Aunque el altruismo efectivo ofrece un camino prometedor, no es una panacea. También debemos explorar vías alternativas para crear un cambio significativo. Por encima de todo, debemos mantener un agudo sentido de la responsabilidad, la transparencia y la humildad en nuestros esfuerzos por hacer del mundo un lugar mejor. Al fin y al cabo, el camino hacia la verdadera justicia social y la equidad está plagado de obstáculos, y depende de todes sortearlos con sabiduría y compasión.
Editado por
Raquel Rojas
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