Podemos aprender más del fracaso... ¿o no? Queremos explorar esta posibilidad. ¿También vale la pena solo compartir el éxito?
Desde que Fuckup Nights se originó en 2012, nuestro mensaje siempre ha sido el mismo: “el fracaso apesta, pero instruye”. El juego de palabras funciona mejor cuando lo dices en inglés: "Failure sucks, but instructs".
En 10 años hemos echado luz sobre miles de fracasos, bajo los reflectores y en escenarios de todo el mundo para que la gente conozca el lado B del mundo profesional, lo que no nos cuentan en películas y libros. Porque ya mucho se ha contado sobre el éxito.
Tampoco es que seamos fanáticos del fracaso. Como dijimos, el fracaso aparte de enseñar, apesta. Es incómodo, pero inevitable y de ahí la importancia de ponerlo sobre la mesa, es parte de nuestra experiencia humana. Incluso podríamos decir que no siempre enseña, a veces sólo fracasamos, no hay nada que aprender, tal vez sólo acostumbrarse y lidiar con él.
En nuestros eventos evitamos cerrar nuestras charlas con historias de éxito, profundizamos poco porque ese no es nuestro enfoque ni nuestro objetivo. Se aprende más del fracaso... ¿O no?
En nuestra primera década de vida, quisimos explorar esta posibilidad. ¿También vale la pena hablar sólo de éxito? ¿Se aprende tanto como en el fracaso?
El éxito tiene un papel importante en nuestras vidas. Representa la esperanza, la recompensa por nuestro esfuerzo. Después de todo, cualquier tarea o viaje que emprendemos es con un propósito, y fijar metas y objetivos nos ayuda a no perder el rumbo.
Aunque a veces no lo notemos, muchas de las historias de éxito que escuchamos sí mencionan el fracaso. Toda narrativa tiene un conflicto, y el fracaso hace que la obtención del éxito luzca más heróica.
Sin embargo, en el mundo académico y profesional, tendemos a enfocarnos más en resultados que en procesos, y cuando narramos historias de éxito, tendemos a omitir aspectos importantes de la historia. ¿Qué hay de los contratiempos? ¿cómo se solucionaron? ¿qué hubiéramos hecho distinto para evitarlos?
En la narrativa del éxito, es importante detallar más el proceso que el resultado final, dar valor a los aspectos que nos hicieron crecer como profesionistas y los valiosos conocimientos que nos dejó el pedregoso proceso. Y sobre todo, compartir con responsabilidad, evitando las “fórmulas mágicas del éxito”.
Dentro de una narrativa debe existir responsabilidad, tanto de quien comparte una historia, como de quien la escucha.
En nuestro proceso de comunicación intervienen sesgos e interpretaciones personales que pueden deformar nuestra realidad y expectativas respecto a nuestro propio camino.
El sesgo de interés personal es un fenómeno común cuando contamos una historia de éxito. Muchas veces atribuimos nuestros fracasos a situaciones y factores externos, más que a nuestras propias decisiones o actitudes. Por el contrario, el éxito lo relacionamos a nuestros méritos, capacidad y valores, excluyendo situaciones externas que también tienen un papel importante.
Aún teniendo éxito, es importante reflexionar sobre qué cosas nos llevaron a conseguirlo: ¿Fue realmente sólo por mis capacidades? ¿Qué situaciones externas influyeron para bien o para mal?
Del otro lado de la comunicación, cuando decidimos emprender o perseguir una meta, solemos tener el sesgo del superviviente. Muchas veces elegimos centrarnos en casos de éxito que funcionaron, ignorando los que fallaron.
Seguramente conoces a alguien que inicia su negocio porque conoce un caso extraordinario éxito, o porque escuchó que es una buena idea emprender en cierta industria. En esos casos, nos vamos por el panorama que suene más alentador, y dejamos de lado otros factores más racionales y objetivos.
Es por esto que la responsabilidad es muy necesaria cuando compartimos nuestras experiencias y también, cuando las escuchamos. Replicar modelos de éxito siempre debe hacerse con precaución.
Cuando escuchamos historias de éxito, es muy fácil crecer las expectativas que tenemos de nosotrxs mismos a partir de estas. A no ser que seas una persona muy pesimista, no sucede lo mismo con las historias de fracaso.
Las expectativas son simplemente pensamientos y creencias sobre lo que va a suceder. Sin embargo, la realidad puede llegar a ser distinta. Esta disparidad entre expectativa y realidad puede ser dura, generar infelicidad, estrés y exagerar nuestra visión y temor hacia el fracaso.
Es importante, como consumidores de historias de éxito, evaluar de vez en cuando nuestras expectativas para ser más cuidadosos con lo que nos generan:
Cuestiona tus expectativas: ¿De dónde vienen? ¿son realistas? Cuando tus expectativas se vean comprometidas, analiza si lo fueron desde un inicio.
Practica la gratitud: Cuando nuestras expectativas no se cumplen, ejercer la gratitud nos hace apreciar más lo bueno que tenemos, generar sensaciones positivas y una mejor actitud.
No hagas comparaciones: Aunque parezca que todxs parecen tener éxito, muchas veces las personas omitimos las partes complicadas. No te compares, el éxito (y el fracaso) es distinto para cada persona.
Es normal vivir desilusiones a raíz de nuestras expectativas. Y por mucho que cuidemos lo que escuchamos y de donde nos inspiramos, es importante reconocer nuestras emociones y valorar lo que realmente nos hace felices desde un inicio.
Generalmente, asimilamos de forma distinta las experiencias positivas que las negativas. Estas últimas requieren más procesos mentales y la información es tratada con mayor detenimiento que las positivas. Creemos que escuchar historias de fracaso ajenas es una forma segura de experimentarlo y aprender. Hacerlo desde el humor y quitando los juicios de valor hacia el fracaso, se vuelve una experiencia aún más enriquecedora.
Aunque las historias de éxito omiten el factor vulnerabilidad y en ocasiones apela al ego personal…
No, no es malo compartir historias de éxito, es valioso si se hace de manera honesta y responsable. Puede ejercitar nuestra resiliencia, ayudarnos a fijar metas y tener control sobre nuestras expectativas. Sin embargo nosotros nos quedamos con el camino del fracaso, después de todo, es más de rockstars caer con estilo y aprender en el proceso.
Con nuestro Failure Program diseñamos una serie de cursos y workshops para identificar y cuestionar lo que significa fracasar. Con esto buscamos ayudar a nuestros clientes a mejorar su cultura corporativa y sus procesos de toma de decisiones. Decisiones libres de prejuicios y más adecuadas a las necesidades humanas de quienes conforman sus organizaciones.
Agenda una llamada con nosotros para conocer cómo podemos ayudarte a hacer lo mismo.
Editado por
Santiago da Silva
Transformemos nuestra percepción del fracaso y utilicémoslo como catalizador del crecimiento.