Desde el ámbito médico hasta el educativo y el laboral, las personas gordas enfrentamos barreras y prejuicios que obstaculizan nuestro bienestar
En un mundo obsesionado con la apariencia física y el ideal de belleza, mi experiencia como mujer venezolana de 32 años ha estado marcada por una dolorosa realidad: la gordofobia. Desde mi infancia hasta la edad adulta, he sido testigo de la discriminación y el estigma que rodea a las personas con sobrepeso.
Esta es mi historia de cómo la gordofobia impactó mi salud mental y cómo me embarqué en un viaje de autodescubrimiento para liberarme de las cadenas de la objetivización y abrazar la body neutrality.
Primero centrémonos en esta premisa: el sistema ha fallado de manera sistemática a las personas gordas, perpetuando la discriminación y la marginación en diversas esferas de la vida. Desde el ámbito médico hasta el educativo y el laboral, las personas con sobrepeso enfrentan barreras y prejuicios que obstaculizan su pleno desarrollo y bienestar.
La atención médica muchas veces se centra en la pérdida de peso en lugar de abordar integralmente la salud de la persona, lo que puede llevar a diagnósticos erróneos o tratamientos inadecuados.
En el ámbito educativo, la gordofobia se manifiesta en el bullying y la estigmatización de estudiantes con sobrepeso, afectando su autoestima y rendimiento académico. En un trabajo de Hill AJ. Waterston, se observó que 21% de las niñas y 16% de los niños eran objeto de burlas en relación con su peso. (Fat teasing in pre-adolescent children: the bullied and the bullies. Int J Obes 2002; 26 (suppl. 1):S20.) y en el ámbito laboral, las personas gordas enfrentan discriminación en el proceso de contratación y tienen menos oportunidades de progreso profesional debido a los prejuicios asociados con su apariencia física.
En Venezuela, un país conocido por la belleza de sus mujeres, el estigma asociado con el sobrepeso se encuentra profundamente arraigado en la sociedad. Desde una edad temprana, las niñas aprenden que el valor y la aceptación se encuentran en cumplir con los estándares de belleza impuestos por la sociedad. Investigaciones muestran que alrededor del 40-60% de los niños de primaria (entre 6 y 12 años) se sienten preocupados por su peso o forma corporal (Fuente: Pediatrics, 2018). Por lo tanto, aquellas que no encajamos en el molde establecido enfrentamos la discriminación y el rechazo, lo cual afecta significativamente nuestra salud mental.
El capitalismo y la industria de las dietas y el fitness tóxico han jugado un papel clave en perpetuar la gordofobia. La sociedad capitalista promueve la búsqueda implacable de la perfección física, lo que ha llevado a la creación de un mercado multimillonario de productos y servicios para adelgazar y mejorar la apariencia. Las campañas publicitarias bombardean a las personas con mensajes que prometen una felicidad inalcanzable si alcanzan un determinado cuerpo "ideal", y aunque no existen cifras exactas o porcentajes precisos que puedan cuantificar de manera objetiva la influencia del capitalismo y las industrias tóxicas en la gordofobia se puede considerar que este es un fenómeno multifactorial que surge de diversas interacciones sociales, culturales y económicas. Lo que conduce a un daño emocional y psicológico significativo.
El male gaze (o mirada masculina) una mirada patriarcal y objetivadora sobre el cuerpo de las mujeres, también ha contribuido a la gordofobia. Las mujeres con sobrepeso son frecuentemente reducidas a objetos sexuales en los medios de comunicación y la publicidad, lo que refuerza la creencia de que su valía se basa únicamente en su apariencia física. Esta objetivización erosiona la autoestima y fomenta una visión distorsionada de nuestro propio cuerpo. - Porque no hay nada mejor que ver en la tv una novela de como una “gorda” baja de peso para lograr conquistar a su hombre ideal.- ¿Cierto?
La gordofobia ha dejado una huella en mi salud mental. He luchado con la ansiedad y la baja autoestima debido a la constante sensación de no ser suficiente. Intenté seguir dietas restrictivas y rutinas de ejercicios agotadoras en un esfuerzo desesperado por encajar en el molde aceptado por la sociedad. Sin embargo, cuanto más me esforzaba, más me sentía atrapada en un ciclo vicioso de autodesprecio y frustración.
Fue entonces cuando descubrí la body neutrality y el body positivity, dos conceptos revolucionarios que cambiaron mi perspectiva sobre mí misma y mi cuerpo. La body neutrality (neutralidad corporal) aboga por liberarnos de la obsesión por la apariencia física y centrarnos en lo que nuestro cuerpo nos permite hacer y experimentar en la vida. Por otro lado, el body positivity (positividad corporal) nos invita a amar y aceptar nuestro cuerpo tal como es, sin importar su forma o tamaño.
Aceptar ambos conceptos no fue un proceso fácil. Desaprender años de autocrítica y enfrentar la gordofobia internalizada requirió un esfuerzo constante. Comencé a rodearme de comunidades en línea que promueven la aceptación del cuerpo y la diversidad, lo que me inspiró a abrazar mi propia singularidad.
Gradualmente, dejé de ver la comida como una fuente de culpa y empecé a enfocarme en nutrir mi cuerpo y mi mente. Abandoné las rutinas de ejercicios agotadoras y me conecté con actividades físicas que disfrutaba genuinamente, encontrando el placer en el movimiento en lugar de verlo como un castigo.
A medida que me embarcaba en mi viaje de autodescubrimiento, también me di cuenta del papel de la industria de la moda en perpetuar la gordofobia. La ropa de tallas grandes es a menudo poco favorecedora y limitada en opciones, lo que lleva a una sensación de exclusión y vergüenza. Decidí desafiar esta norma y apoyar marcas inclusivas que celebraran la diversidad corporal.
Conclusión
Sin duda mi experiencia como mujer venezolana ha sido marcada por la gordofobia, una discriminación basada en la apariencia física que afecta gravemente la salud mental de quienes la padecen. El capitalismo, la objetivización y la presión para cumplir con un ideal de belleza inalcanzable son factores que contribuyen a esta problemática.
Sin embargo, mi viaje de autodescubrimiento me llevó a abrazar cada centímetro de mi cuerpo gracias al body positivity, liberándome de la opresión que sentía hacia mi propio cuerpo. No todos los días es igual y tampoco voy a decir que es algo fácil, pero poco a poco pude ir desafiando las normas impuestas por la sociedad y la industria de la moda, ahora me siento empoderada para amar y aceptar mi cuerpo tal como es, sin importar su tamaño o forma.
Espero que mi experiencia personal inspire a otros a cuestionar los estándares de belleza establecidos y abrazar la diversidad corporal. Juntos, podemos construir un mundo más inclusivo y libre de gordofobia, donde todas las personas sean valoradas por lo que son, más allá de su apariencia física.
Editado por
Shanti Banus
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