Millennials y GenZ no tememos cambiar de trabajo. Entendemos que no somos nuestro trabajo y que hay más en la vida que sólo ganar dinero.
Ambos comportamientos son síntomas de insatisfacción laboral. Sin embargo, rage-applying es el subproducto del estrés acumulado, el agotamiento y la frustración en el trabajo.
Las circunstancias y razones bajo las cuales ocurre este fenómeno varían. Según la psicóloga clínica Dra. Carla Marie Manly: "La mayor parte del rage-applying ocurre cuando las personas canalizan los sentimientos reprimidos de frustración y la ira hacia la acción. Las personas hacen rage-applying cuando sienten que han sido subestimadas, ignoradas o se sientete atrapadas en un ambiente de trabajo tóxico".
Sean Moffitt, CEO y fundador de Futureproofing comparte algunos datos interesantes sobre una encuesta al respecto del rage-applying:
Pero eso no es todo, Moffitt va más allá sobre las razones detrás de esos números:
El verano pasado dijimos a SUPER SÍ a que "soltaras tu trabajo y olvidaras el resto”. ¡Gracias, Beyonce!
El rage-applying puede ser beneficioso, ya que conduce a nuevas oportunidades con un mejor ambiente de trabajo y salario (que son las principales razones por las que las personas renuncian).
Podemos ver estas tendencias que en realidad no son tan nuevas como resultado del cambio de ecosistemas laborales y los paradigmas de trabajo. Millennials y GenZ no tememos cambiar de trabajo. Entendemos que no somos nuestro trabajo y que hay más en la vida que sólo ganar dinero.
Hablando con honestidad, el capitalismo y sus culturas organizacionales rancias nos han fallado, particularmente a quienes formamos parte de grupos que han sido sistemáticamente puestos en riesgo. Estamos hablando de personas discapacitadas, mujeres, la comunidad LGBT y, por supuesto, personas negras, indígenas y de color. ¡Quienes estamos en la intersección de esas identidades tenemos todo el derecho de enfurecernos y postularnos a los puestos que queramos para llegar hasta donde deseemos!
Por otra parte, aplicar a muchas vacantes es como tener un segundo trabajo, pues tienes que optimizar tu curriculum y escribir fan fiction para diferentes compañías, es decir, escribir cartas de motivación para cada puesto al que postulas -lo cual honestamente detestamos, pero hablaremos de eso en otro momento.
Ya sea que te decidas por el rage-applying o no, manejar la ira en el trabajo puede ser difícil, especialmente si tienes compañeros de trabajo tóxicos, un jefe poco razonable u otras fuentes de estrés (una realidad pospandémica, una recesión sombría, cambio climático... #DomingoDeBajón). Independientemente de lo que decidas hacer, hemos reunido algunos consejos basados en la experiencia personal y la ciencia, sobre cómo manejar y canalizar la ira en el trabajo de manera más saludable.
Si te sientes a punto de estallar, el primer paso es tomar conciencia de la situación y tratar de identificar tus detonantes o las fuentes de tu estrés. Tomar conciencia de tus emociones es clave para gestionarlas mejor en el trabajo. Las habilidades de regulación emocional son vitales para nuestro bienestar general, dentro y fuera del trabajo.
Después de observar lo que te sucede internamente, respira larga y profundamente desde tu diafragma. Oxigenar el cerebro es una técnica de atención plena que puede ayudar a calmar el ritmo cardíaco y sistema nervioso; permitiendo ver las situaciones con más calma y menos estrés.
Comprender los efectos de la ira en el cuerpo es esencial para mejorar en el manejo de esta emoción. Cuando experimentamos sentimientos de ira o rabia, aumentan los niveles de cortisol, lo que puede provocar un estado de estrés crónico; afectando en todas las áreas de la vida.
Los niveles sostenidos de cortisol en el cuerpo indican un estado prolongado de miedo y una respuesta de lucha o huida. También pueden causar ansiedad, aumento del ritmo cardíaco y presión arterial más alta; afectando el buen funcionamiento del sistema nervioso. Definitivamente, esto no es un ciclo saludable.
Lo que es aún más loco, es la relación entre el estrés crónico y la creación de nuevas vías neuronales en el cerebro. Las capacidades de regulación emocional disminuyen con el enfado y estrés continuos en el trabajo. En pocas palabras, la paciencia disminuye cada vez más y la crítica a las cosas pequeñas se va disparando. Vale la pena pensárselo.
Por lo general, acudimos con alguien en quien confiamos cuando una situación en el trabajo nos detona. Por supuesto, hay personas que no sienten la necesidad o el alivio de desahogarse y prefieren manejar las cosas por su cuenta.
Si bien hablar de ello puede ayudarnos a desahogarnos, pero no con alguien en el trabajo sobre situaciones relacionadas con el trabajo. Esto puede provocar situaciones incómodas o abrumar a la otra persona al descargarle todo nuestro malestar sin preguntarle si tiene el ancho de banda emocional para escucharnos.
Del mismo modo, esto no es útil en un ciclo de repetición sin fin donde no tratamos de comprender el origen del problema y centrarnos en las soluciones.
El siguiente paso para controlar la ira es comprender qué la provoca. ¿Es un compañero de trabajo? ¿El plazo de un proyecto? ¿Algo en la vida privada? ¿Es la insatisfacción laboral general? ¿Es el agotamiento? Una vez que hayas identificado la causa de tus emociones, intenta pensar en formas de evitar esos detonantes o manejarlos de manera diferente cuando vuelvan a surgir.
Si ciertos aspectos del trabajo te causan estrés, como quedarte largas horas o una gran carga de tareas, intenta pensar en soluciones con tu gerente para que puedan encontrar una solución agradable -y, con suerte, evitar más situaciones que provoquen ira). La clave aquí es comprender si la causa de la ira se puede manejar mejor al tomar conciencia de ella para evitar estresarte a ti o desquitarte con tus colegas.
Sin embargo, la raíz de la indignación repentina en el trabajo también puede ser algo más profundo, como el agotamiento o los problemas de ira, que deben manejarse de manera diferente. En ese caso, habla con tu área de Recursos Humanos e intenta buscar ayuda profesional. Recuerda, pedir ayuda no te hace incompetente.
Este consejo práctico no requiere de una gran regulación emocional y puede ayudar mucho en el proceso de comprender mejor nuestras emociones. Toma un lápiz y papel o una computadora y una página en blanco y comienza a escribir. Deja salir todo lo que pasó, todo lo que estás sintiendo, sin pensarlo mucho.
En el proceso, te darás cuenta del instinto natural de tu cerebro para organizar pensamientos. Anotar cosas no solo sirve como desahogo, sino que también te permite ver las cosas desde una perspectiva externa; facilitando llegar a soluciones o comprender las raíces de los factores detonantes. Sin embargo, lo más importante es asegurarte de no enviarlo y que nadie lo vea por error.
Si sientes enojo y te encuentras en una situación que desencadena tu ira, hay varias formas de alejarse de la situación. Identifica tus límites, es decir, las acciones que tomarás para cuidarte a ti misma o mismo, por ejemplo: dejaré la sala de juntas cuando me sienta a punto de gritar. Si alguien está siendo particularmente ofensivo o irritante, tómate un descanso y ve a otro lugar por unos minutos. Esto puede ser tan simple como caminar alrededor de la cuadra o tomar un poco de aire fresco afuera. Otra opción es tomar un descanso del trabajo por completo.
A veces, tomarse un tiempo libre es todo lo que se necesita para calmarse y obtener una perspectiva de las cosas cuando se vuelven un poco insportables, ¡y no estamos hablando de simplemente tomar una hora para almorzar! Podría significar no estar disponible durante ciertas horas cada día hasta que tus emociones se hayan calmado lo suficiente como para evitar reacciones instintivas o la toma de decisiones impulsivas. Esto puede verse también como trabajar de forma remota u optar por no participar en algunas reuniones.
En conclusión
Sentir ira y un sinfìn de emociones es parte de la experiencia humana. Sin embargo, navegar por las emociones en el trabajo, especialmente las incómodas, puede ser complicado, ya que no queremos que interfiera con nuestro desempeño ni queremos desquitarnos con colegas.
Quienes tenemos el privilegio de trabajar de forma remota podemos cerrar nuestras computadoras y dejar salir la ira en la privacidad de nuestros hogares. Quienes tenemos acceso a terapia podemos desahogarnos en un espacio seguro, pero sabemos que ese también es otro privilegio.
Controlar la ira en el trabajo es crucial para nuestro bienestar general. Con suerte, ahora te sientes con más confianza para manejar tu ira en la oficina o incluso decidirás que lo indicado para ti es hacer rage-applying. Todo depende de qué quieres hacer realmente.
Es normal tener dificultades para controlar la rabia: todos tenemos días malos y eso no significa que seamos malas personas. Con práctica y paciencia -y tal vez una o dos cervezas en tu próximo evento local de Fuckup Nights-, podemos mejorar en el manejo de los factores estresantes mientras reconocemos la influencia del capitalismo en nuestras vidas.
Escrito y editado por Raquel Rojas y Shanti Banus.
Editado por
Raquel Rojas
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