Llegamos a 4 arquetipos ficticios que engloban hábitos tóxicos en la oficina. Dentro de estos cuatro perfiles encontramos malas prácticas reales.
Un arquetipo de personalidad es un modelo o prototipo de comportamiento que nos ayuda a entender y clasificar nuestras características, comportamientos y actitudes individuales. Es un término que proviene del psicólogo Carl Jung, quien introdujo la idea de que existen ciertos patrones universales en la personalidad humana. Estos patrones, que él llamó "arquetipos", son imágenes y pensamientos con carga emocional que se encuentran en nuestro inconsciente colectivo.
Los arquetipos nos ayudan a definir quiénes somos, cómo nos comportamos y cómo interactuamos con los demás. Pueden ser útiles para entender nuestros propios comportamientos y los de los demás, y pueden proporcionarnos una herramienta útil para el crecimiento personal y la auto comprensión.
Por ejemplo, algunos arquetipos de personalidad famosos incluyen el héroe, el fuera de la ley, el sabio, el inocente, el explorador, y muchos más. Cada uno de estos arquetipos tiene sus propias características distintivas que los definen. El héroe, por ejemplo, es valiente y siempre está dispuesto a luchar por una causa justa, mientras que el sabio es conocido por su sabiduría y consejos valiosos.
En resumen, los arquetipos de personalidad son una forma de entender mejor nuestras personalidades y comportamientos. Nos proporcionan un marco que nos ayuda a entender a nosotros mismos y a los demás de una manera más profunda.
El arquetipo de personalidad puede influir enormemente en la forma en que una persona se comporta en su trabajo y cómo interactúa con los demás en el entorno laboral. Por ejemplo, una persona que cae dentro del arquetipo del "guerrero" puede ser muy competitiva y orientada a los objetivos en su trabajo. Pueden ser impulsados por el deseo de triunfar a toda costa, lo que puede llevarlos a asumir cargos de liderazgo o a emprender proyectos desafiantes. Por otro lado, alguien que se ajusta más al arquetipo del "sabio" puede tener una actitud más reflexiva y analítica hacia su trabajo. Podrían sentirse más cómodos en puestos que requieran una resolución de problemas profunda y estratégica.
Es importante recordar que los arquetipos no son rígidos o estáticos. En vez de eso, son flexibles y se pueden manifestar de diferentes maneras dependiendo del contexto y las circunstancias. Por lo tanto, aunque los arquetipos pueden proporcionar una visión útil de nuestra personalidad laboral, no deben ser utilizados para etiquetarnos o limitarnos. En última instancia, cada uno de nosotros es capaz de aprender y crecer más allá de nuestro arquetipo dominante.
En el ambiente laboral, entender los arquetipos de personalidad puede resultar muy útil para mejorar la interacción entre los miembros de un equipo y para el autoconocimiento. Cada arquetipo posee fortalezas y debilidades, y conocerlas puede ayudarnos a trabajar de manera más efectiva y satisfactoria.
El mundo animal no es tan distinto al mundo corporativo
Se dice que es un ambiente donde sólo los más fuertes y aptos sobreviven, donde el pez grande se come a los pequeños y las oportunidades dependen de nuestra agilidad e instinto de supervivencia.
Y es en este “hábitat corporativo” donde nos encontramos con una enorme diversidad de criaturas, todos con grandes virtudes para entrar en la carrera de la efectividad y la innovación. Pero también con algunos hábitos y comportamientos tóxicos.
En este artículo hablaremos sobre algunos perfiles que “habitan” en espacios de trabajo y que pueden llevarnos a una mala gestión del fracaso y a generar ambientes adversos para la innovación.
Para ello, llegamos a 4 arquetipos ficticios que engloban hábitos tóxicos en la oficina. Aunque son una sátira, dentro de estos cuatro perfiles encontramos malas prácticas reales que en cierta medida nosotrxs mismxs aplicamos en algún momento profesional. Y sin siquiera saberlo.
Es importante aclarar que estos perfiles no representan arquetipos psicológicos reales y que una buena cultura organizacional no busca moldear o manipular, sino que busca gestionar con dinámicas sanas que faciliten una forma de trabajo adecuada.
Dicho esto, estamos listxs.
Este perfil ronda en la sala de juntas para buscar su siguiente presa y alimentarse de fracasos ajenos. Un “Investigador de culpas” encuentra responsables para cada error y tiene la habilidad de deslindarse de los suyos cuando ocurren.
Durante toda nuestra vida, se nos ha enseñado que el fracaso y el error tienen una connotación negativa y que estos vienen con un precio alto a pagar. Es por eso que este perfil está ligado con hábitos tóxicos como:
Cuando existe un arquetipo de “investigador de culpas” en nosotros o en el equipo, se generan consecuencias desmedidas ante el fracaso. Esto es, que se castigan de forma desproporcionada, provocando un ambiente de miedo y tensión constante, lo que lleva a ocultar errores y evitar pedir ayuda.
Aunque nuestro lado más primitivo reacciona ante las amenazas externas con miedo y precaución, nuestro cerebro racional recurre a otros recursos de defensa como el optimismo.
Y aunque es una herramienta útil en algunos casos, el “Optimista excesivo” lo lleva a otro nivel. Este perfil habita en todos los espacios de oficina y usa sus habilidades naturales de optimismo para reprimir sentimientos y matizar situaciones desagradables que deberían ser vistas con objetividad.
El perfil de “Optimista excesivo” en espacios laborales puede llevarnos a:
El optimismo no puede faltar en nuestra vida diaria, pero requiere de responsabilidad para equilibrarse con objetividad y buscar la mejor solución realista y disponible a cualquier adversidad.
En el ecosistema laboral es común encontrar agrupamientos que trabajan en equipo (o manada) por un bien común, sin embargo, también es habitual encontrar a los perfiles “Individualistas.”
Ignorando la necesidad de cooperación mutua, estos “lobos solitarios” deciden trabajar por su cuenta, interactuar lo necesario con el equipo (o menos) y siempre mantener sus intereses sobre cualquier otro.
A partir de esto, no es extraño encontrar fenómenos como:
Naturalmente, estas prácticas generan un ambiente de desconfianza donde se demeritan y destruyen nuevas ideas y el intercambio de conocimiento disminuye.
Nuestro último perfil es el del “Evasivo.” Que aunque se relaciona con el “Optimista Excesivo,” esta evasión suele ser más pasiva e inclinada a la poca participación.
Habita en espacios alejados de la oficina y ante situaciones de peligro o fracaso, huye a su cubículo de trabajo o entierra la cabeza en la arena para pasar desapercibidx.
En ocasiones este perfil genera cierta apatía por el ambiente de trabajo y su evasión lleva a hábitos como:
Esta constante evasión en un espacio de trabajo puede ser un síntoma de que hay peligro psicológico en el trabajo y que existe miedo a las consecuencias de cometer un error o emitir una opinión controversial o absurda.
Más allá de los perfiles que existan en el “ecosistema laboral,” lo importante es tener una cultura organizacional fuerte y transparente que sea capaz de gestionarlos y tener procesos bien establecidos para saber cómo reaccionar y actuar ante fracasos y crisis.
Desde Fuckup Nights, reconocemos la creciente importancia que el mundo laboral le da a su cultura, y es por eso que con nuestros cursos en línea, eventos privados, diagnóstico organizacional y talleres presenciales o en línea buscamos cambiar la forma en que los miembros de una empresa ven y se relacionan con conceptos como fracaso, innovación y trabajo en equipo. Llena este formulario para recibir más información.
En el ámbito laboral, existen diversos arquetipos de personalidad que pueden definir la forma en que una persona interactúa y se comporta en el trabajo. Estos arquetipos son patrones de comportamiento que se repiten con frecuencia y que pueden tener un impacto significativo en el rendimiento de un equipo o empresa.
Uno de los arquetipos más comunes es el líder. Este es el tipo de personalidad que asume la responsabilidad de dirigir y motivar a su equipo. Un líder es visionario, se anticipa a los problemas y es capaz de tomar decisiones en situaciones difíciles. Son la fuerza impulsora que orienta a la empresa hacia sus objetivos.
Otro arquetipo común es el trabajador en equipo. Este tipo de personalidad se destaca por su habilidad para trabajar bien con los demás, cooperar y colaborar en la consecución de metas colectivas. Los trabajadores en equipo son esenciales en cualquier empresa, ya que fomentan la armonía y el sentido de unidad dentro del equipo.
El perfeccionista es otro arquetipo que encontramos a menudo en el ambiente laboral. Son personas meticulosas, detallistas y siempre buscan la excelencia en su trabajo. Aunque a veces pueden ser considerados como demasiado críticos, su alto estándar de calidad puede impulsar a la empresa a alcanzar resultados superiores.
Finalmente, es importante mencionar el arquetipo del innovador. Este tipo de personalidad se caracteriza por su creatividad, originalidad y capacidad para pensar fuera de lo común. Los innovadores son esenciales en cualquier empresa, ya que aportan ideas frescas y soluciones inusuales que pueden llevar a la empresa a nuevas alturas.
Estos son solo algunos de los arquetipos de personalidad más comunes en el trabajo. Sin embargo, existen muchos otros, y cada uno aporta sus propias fortalezas y desafíos a la mesa. Es importante entender y valorar estas diferencias para crear un entorno laboral equilibrado y productivo.
Editado por
Raquel Rojas
Transformemos nuestra percepción del fracaso y utilicémoslo como catalizador del crecimiento.