¿Cómo podemos sobrellevar el lento proceso de innovar mientras identificamos las posibilidades que se nos presentan?
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En todo proceso de mejora y de ideación queremos ver resultados en tiempo récord. Sin embargo, a lo largo de estos años trabajando de la mano de cientos de culturas organizacionales, hemos visto que no es así.
Para aterrizarlo de otra manera, imaginemos un tablero de ajedrez. Cuando estamos hablando de innovación, muchas veces queremos movernos como la pieza de la Reina. Capaz de moverse entre varios recuadros a casi todas las direcciones. Queremos saltar del punto A al punto D.
A nosotros nos gusta pensar en la innovación más como la pieza del Rey. Capaz de moverse cuadro por cuadro en cada turno, pero con varios caminos posibles a su alrededor. Dependiendo de esos caminos, será como se vaya desplegando la jugada. En este caso, la innovación.
Pero ¿Cómo podemos sobrellevar el lento proceso de innovar mientras identificamos las posibilidades que se nos presentan?
La teoría aplicada a la innovación
El término del “Adyacente posible'' fue acuñado en 2002 por el biólogo estadounidense Stuart Kauffman. En su teoría, proponía que cualquier sistema biológico puede transformarse en sistemas más complejos mediante pequeños cambios en su composición, que requieren relativamente menos consumo de energía.
Aplicada a la innovación, el concepto muestra cómo esta se expande y se desarrolla poco a poco, aprovechando posibilidades adyacentes a una idea o concepto central para poco a poco desarrollarse en nuevos productos, tecnologías, procesos o conversaciones que desemboquen en un nuevo peldaño evolutivo. Es como abrir la puerta a una habitación donde encontraremos nuevas puertas a otras habitaciones.
Dentro de este principio también existe el “Posible remoto”. Situaciones donde no existen tecnologías u oportunidades que nos acerquen a la idea que queremos conseguir. Aquí es importante considerar al tiempo como un factor clave.
Entender cómo funciona el Adyacente posible nos da una idea de la forma en que la innovación se desarrolla. Incluso puede ayudarnos a pensar nuestra situación actual y explorar varios caminos para llegar a una meta.
Cuando Mark Zuckerberg creó en su dormitorio de universidad el programa de recomendaciones musicales "Synapse" jamás imaginó llegar a crear "Facebook''. Mucho menos su proyecto de realidad virtual "Meta".
Y aunque lo hubiese imaginado, la tecnología de inicios de los 2000 lo hacía un “posible remoto”. Todo fue un proceso, aprovechar oportunidades y nuevas tecnologías para saltar al adyacente posible más viable.
Identificar un Adyacente posible y Posible remoto es como intentar predecir el futuro. Pero como diría el CEO de Shopify, Tobi Lutke:
“Predecir el futuro es sencillo, el timing es complicado.”
La innovación encuentra su camino
Seguramente has escuchado de casos donde, al mismo tiempo, se llegaron a invenciones o descubrimientos por distintas personas que no tenían ningún tipo de contacto. Como el caso de Charles Darwin y Alfred Russel Wallace que desarrollaron la teoría de la evolución por selección natural de manera independiente y presentaron sus ideas conjuntamente en la Sociedad Linneana de Londres en 1858. O cuando Alexander Graham Bell y Elisha Gray presentaron solicitudes de patente para el teléfono el mismo día, el 14 de febrero de 1876.
Cuando buscamos innovar siguiendo la lógica del Adyacente Posible, algo es seguro: si alguien no lo inventó, alguien más lo hará eventualmente. Pues generalmente dentro de una industria, los expertos van identificando tendencias en la evolución de una nueva tecnología.
Esto curiosamente lo convierte en un trabajo en equipo involuntario. Pues los errores y aciertos de otros en una industria irán dictando por dónde sí hay caminos para innovar y por dónde no los hay.
Este concepto no es de utilidad desde dos puntos de vista. Por el lado personal, el adyacente posible nos puede ayudar a trazar un plan de desarrollo personal o profesional, identificando oportunidades adyacentes que nos puedan acercar un poco más a una meta remota o momentáneamente inalcanzable. También puede abonar bastante a nuestra motivación personal, la planeación y sobre todo, la paciencia en procesos largos de desarrollo.
Dentro de cualquier empresa, también resulta bastante útil. Como la innovación es un fenómeno de tiempos y espacios. El conocimiento aplicado necesita tiempo para identificarse y analizarse a profundidad; las grandes ideas creativas suceden en espacios habilitados para explorar, conversar y compartir. Pues la mayoría de las veces, son ideas que permanecen dormidas un buen tiempo hasta que colisionan con otras.
Gracias a este concepto, podemos entender a la innovación como un proceso expansivo, que mezcla distintos puntos de vista, conversaciones, influencias y tiempo. Y resignifica la importancia de contar con equipos diversos.
Volviendo a nuestro tablero de ajedrez, el Adyacente Posible nos deja muy claro que la innovación es un camino estratégico de paciencia. Y no sólo es de dos jugadores, si no que requiere de un equipo diverso en un espacio correcto.
Si te interesa conocer más de nuestros eventos, talleres y cursos de innovación o espacios de trabajo adecuados para innovar, llena este formulario y nos pondremos en contacto.
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