Cuando el fracaso toca a nuestra puerta, suele ser una experiencia abrumadora, sentimos decepción, frustración, tristeza o enojo. Y dentro de estas emociones está la confusión, el ¿Por qué? o ¿cómo fue?
Y aunque a veces algunos fuck ups suceden porque... sí, muchos otros posiblemente se venían anunciando, silenciosamente a nuestras espaldas o a todo volumen frente a nuestros ojos.
En muchas de las historias de fracaso que logramos escuchar en nuestros eventos, solemos encontrarnos con la realidad de que muchas veces, las red flags, o señales de alerta ante un inminente fracaso siempre estuvieron ahí, pero en ocasiones, simplemente fueron pasadas por alto.
Pero ¿por qué solemos decidir ignorarlas?
¿Cómo son las red flags?
Las red flags son aquellas señales de advertencia que indican que algo puede salir mal. Desde una advertencia en una primera cita, hasta las que hablan de espacios de trabajo tóxicos. Hoy no hablaremos de esas señales, hablaremos de las que nos indican un potencial fracaso a punto de suceder en alguna startup, proyecto o proceso dentro de un espacio de trabajo.
Es normal cuestionarse a qué tipo de red flags es necesario poner atención, sin embargo, estas pueden ser tan distintas como el tipo de proyecto en el que estemos, sin embargo, algunas de las que podemos considerar son:
- Mala comunicación: Generalmente suele haber una falta de claridad o expectativas que puede llevar a malos entendidos o un mal uso de recursos y esfuerzos.
- Microgestión: Un estilo de liderazgo en el que el gerente controla excesivamente cada detalle del trabajo de sus empleados, limitando su autonomía y restando confianza para tomar decisiones.
- Ambiente tóxico: Espacios de trabajo donde hay chismes, favoritismo o acoso. Estos fenómenos pueden perjudicar la confianza en general para compartir áreas de oportunidad o alzar la voz ante desacuerdos.
En casos particulares, si por ejemplo se trata de un proyecto con tiempo limitado de desarrollo, una red flag podría ser que no todos los miembros del equipo tienen el conocimiento del nivel de urgencia, o que se contratan proveedores que en el pasado han quedado mal cumpliendo en tiempos de entrega.
Como dijimos, las red flags dependen también del contexto, los objetivos o lo se denominó desde un principio como crucial para lograr el éxito. Y requerirá que todo el equipo esté atento a estas señales de alarma.
¿Por qué las evitamos?
Generalmente, cuando ignoramos fallas potenciales o evitamos analizar más a profundidad una situación riesgosa, hablamos de negación, un mecanismo de defensa psicológico que las personas utilizan para evitar enfrentar realidades incómodas o dolorosas.
En el contexto laboral, puede manifestarse como una tendencia a ignorar problemas evidentes, creyendo que desaparecerán por sí solos. Este comportamiento puede impedir el crecimiento personal y organizacional, al evitar que se tomen medidas correctivas necesarias.
La principal fuente de esta negación viene del miedo, una emoción paralizante que afecta a múltiples empresas en cualquier nivel. El miedo a las consecuencias, los comentarios negativos o simplemente la percepción propia en espacios laborales.
Ignorar potenciales problemas en estadíos tempranos puede estar relacionado a distintas variables derivadas del miedo como:
- El ego: En ocasiones (especialmente en espacios altamente competitivos o posiciones de liderazgo) existe una reputación que mantener, y aceptar abiertamente errores o fracasos puede representar una supuesta muestra de debilidad o ineptitud. Esto dificulta además la facultad de poder pedir ayuda en caso de que se note una falla o deficiencia.
- Mala gestión del fracaso: Una mala gestión del fracaso y potenciales riesgos puede dejar sin planes de acción a los miembros de la organización, incluso sin formas de comunicar correctamente estas señales de alarma con tiempo. Además, una vez que ocurre el fallo, no hay una forma adecuada para abordar el problema y solucionarlo.
- Consecuencias desmedidas: Estrechamente relacionado con la gestión del fracaso, son las consecuencias que existen luego de que un error ha ocurrido. En ocasiones, esta mala gestión implica una serie de castigos excesivos para quienes están involucrados, generando aún más miedo entre miembros de un equipo y mermando las oportunidades de comunicar y reparar fallos o errores.
- Falta de conocimiento: Cuando no existen conocimientos suficientes sobre planes de acción y comunicación, los errores potenciales suelen pasar desapercibidos. Es importante mencionar que la falta de conocimiento también implica un desconocimiento sobre lo que debería o no debería suceder normalmente durante un proceso o proyecto.
- Aversión al conflicto: El miedo a enroscarnos en un conflicto es muy común en los espacios de trabajo. En un esfuerzo por mantener un ambiente de "buena convivencia " evitamos generar conflictos por tener alguna conversación crucial para apuntar alguna señal de alerta.
- Consenso sin sentido: La aversión al conflicto no es el único obstáculo cuando tratamos de contrastar ideas, sino también la falsa comprensión de lo que realmente significa el consenso. Relacionado con la microgestión, los consensos que aprueban unánimemente una decisión sin oportunidad de discutir o cuestionar, ocasionalmente generará una sensación de poca relevancia en la toma de decisiones y temor a llevar la contraria al detectar una señal de alerta.
- Positivismo tóxico: Como mecanismo de negación, ocasionalmente podemos llegar a ser excesivamente positivos respecto a alguna situación complicada. No es que debamos dejar de ser positivos, sin embargo, en exceso empieza a perjudicar cuando ignoramos señales de alarma con la esperanza de que solucionarán solas y decidimos no pedir ayuda.
Todas estas variables pueden complejizar nuestra reacción y disposición ante una señal de advertencia.
Estrategias para abordar red flags a tiempo
Ahora que conocemos las razones por las que generalmente se suelen ignorar las red flags o potenciales fracasos en espacios de trabajo, podemos conocer las maneras en las que podemos preparar a nuestros equipos para comunicar de manera eficiente estas señales:
- Comunicación y transparencia: Aunque pueda parecer muy obvio, es clave remarcar la importancia del rol de la comunicación. Los equipos deben tener claros los objetivos, expectativas y metas, y que además, sean realistas. También implica tener una comunicación clara a nivel escrito y hablado, considerando la capacidad de hablar correctamente pero también de escuchar, dando oportunidad a que se sumen distintas voces, sin dominar las conversaciones.
- Diversidad: Un equipo diverso aporta distintos puntos de vista sobre un proyecto. Cuando incluimos distintos antecedentes, posturas, experiencias y contextos, los equipos se enriquecen de distintas miradas para identificar señales de alerta e incluso oportunidades de desarrollo.
- Practiquen la vulnerabilidad: Cuando en una organización se permiten ser vulnerables y abiertos, la facilidad para compartir información delicada incrementa. Esta vulnerabilidad luce como espacios para conocerse entre los miembros de una organización a nivel personal, tiempos destinados para la convivencia o actividades de team building, actividades que logren acentuar el aspecto humano de las personas que conforman un equipo de trabajo.
Una excelente manera de empezar a abrir estos espacios de diálogo y confianza es a través de nuestros eventos de Fuckup Nights para empresas, con historias de fracaso cuidadosamente curadas presentamos a tu equipo un evento innovador e inspirador para aprender del error.
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- Comparte el conocimiento: Un equipo con el mismo nivel de conocimiento y entendimiento de las prioridades será capaz de detectar a tiempo señales de alerta. Este conocimiento puede lucir como capacitaciones, talleres e incluso el hábito de compartir lecciones aprendidas de otros errores previos, aumentando el alcance de detección de red flags.
- Gestión del fracaso: Una organización que gestiona correctamente el fracaso es capaz de moldear su cultura organizacional para ver el fracaso como una oportunidad de desarrollo, tiene proceso claros de acción ante un evento adverso, involucra a las personas para solucionar en vez de castigar y humillar y tiene estrategias y procesos claros para generar resiliencia en distintos aspectos de la organización.
- Seguridad psicológica: Los equipos con seguridad psicológica son capaces de comunicarse de forma más efectiva, dar lo mejor de sí mismos, comprometerse con las actividades que desempeñan e interesarse en el éxito en conjunto, permitiendo que cualquier reto o problema potencial sea identificado, comunicado y trabajado en conjunto por un bien común.
- Sean realistas: Finalmente, para aceptar que las cosas no van bien, es necesario un poco de realidad. Saber reconocer que las cosas no siempre salen como lo planeamos o que está bien sentir temor a fallar. Esta objetividad muchas veces permite hacer cambios, detener el proyecto o hacer ajustes necesarios.
En el entorno laboral, es fácil pasar por alto las señales de alarma que podrían indicar problemas mayores. Ya sea por la presión de cumplir con plazos, el deseo de mantener la armonía o simplemente la falta de experiencia, se ignoran comportamientos o situaciones que podrían afectar su bienestar y el éxito de la empresa.
Es por eso que es importante mantener a todos en el mismo entendido de que es más importante identificarlas y comunicarlas tan pronto como sea posible, pues las consecuencias pueden ser de la misma o mayor magnitud.