La resiliencia mal entendida puede hacernos creer que las adversidades son necesarias siempre y que el sufrimiento es el motor para superarnos.
Transcripción
Bienvenida a tu curso de Resiliencia vs. Terquedad de Mujeres Sin Filtro. Nosotras somos Fuckup Nights y en este curso buscaremos responder algunas preguntas como: ¿Qué es realmente la resiliencia? ¿Cuál es el riesgo de romantizar este concepto? ¿Cómo se diferencía la resiliencia de la terquedad?
RESILIENCIA: ¿QUÉ ES?
Primero comencemos con lo más básico: La resiliencia es esa capacidad que tenemos los seres humanos para enfrentarnos y adaptarnos a una situación difícil.
Aunque en algunas personas es innata, también es una habilidad que se puede desarrollar y depende mucho de nuestro entorno, contexto y nuestra comunidad.
La resiliencia es una cualidad que se valora muchísimo en la sociedad actual. Por eso solemos romantizarla y caemos en exigencias irreales que promueven la terquedad y pasan por alto otros factores personales.
La resiliencia mal entendida puede hacernos creer que las adversidades son necesarias siempre. Que el sufrimiento nos sirve porque será un motor para la superación.
¿En serio los seres humanos deseamos sufrir? Y aunque preguntándolo así la respuesta parezca obvia, es verdad que se ha banalizado el concepto de resiliencia. Se ha empleado y entendido mal. Casi como un mantra, podemos leer en redes, grupos y foros: SÉ RESILIENTE.
Pongamos las cosas claras: nadie desea ni quiere ser resiliente, los contextos nos empujan a serlo.
Susana Espinosa, cofundadora de Mujeres Invirtiendo asegura que los inversionistas cuestionan más los proyectos de mujeres emprendedoras.
Indagan más sobre los riesgos que podrían tener nuestras compañías o cuestionan nuestra capacidad de manejar ciertos conflictos de interés antes de decidir invertir en nuestros proyectos.
Esto nos lleva a estar constantemente buscando oportunidades para crecer y validar nuestros emprendimientos, hacerlos más “dignos de invertir.”
Esto sin duda nos hizo más poderosas y fuertes pero… ¿Está jodido no?
¿Por qué habría que ser fuertes y poderosas?
El peligro de romantizar la resiliencia es que dejamos de ver los contextos que nos empujan a ella.
Y cuando no se ve lo que hay que ver, comenzamos a exigirnos ser resilientes en lugar de exigir que el contexto cambie.
Y eso es muy funcional para el patriarcado… El Este sistema que sostiene la desigualdad entre mujeres y hombres (y ni se diga de otras identidades de género).
Entonces ahí está el patriarcado, muy cómodo, sentado, sin moverse y sin intenciones de cambiar. Mientras nosotras nos partimos el lomo tratando de ser resilientes porque ahora es un nuevo mandato.
La resiliencia es una herramienta poderosa. Gracias a ella hemos conseguido grandes logros, y en el caso de los emprendimientos, la resiliencia nos permite continuar con nuestro proyecto pese a las dificultades.
Pero cuando la resiliencia se convierte en terquedad no sólo no avanzamos, sino que no nos permitimos soltar.
Emprender es una actitud que permite tener nuevos retos, nuevos proyectos; es lo que hace que avancemos más allá de donde ya se ha llegado.
Es lo que hace que una persona esté insatisfecha con lo que es y lo que ha logrado, y como consecuencia de ello, quiera alcanzar mayores logros.
Emprender es una actitud que permite tener nuevos retos, nuevos proyectos; es lo que hace que avancemos más allá de donde ya se ha llegado.
Es lo que hace que una persona esté insatisfecha con lo que es y lo que ha logrado, y como consecuencia de ello, quiera alcanzar mayores logros.
Por eso no existe emprendimiento sin resiliencia.
Para emprender hay que persistir pero ¿cuándo parar?
La resiliencia es contraproducente cuando se convierte en una exigencia irreal que sobrepasa nuestros límites y nuestra salud mental.
Naturalmente, ante situaciones adversas, nuestra actitud es aferrarnos a nuestras creencias, objetivos e ideales. Sin embargo este comportamiento puede convertirse en terquedad.
La terquedad es eso que nos lleva a aferrarnos a alguna situación e insistir en nuestro punto de vista, a pesar de las condiciones o los argumentos en nuestra contra.
Ahora, ¿cómo podemos diferenciar la resiliencia de la terquedad?
Cuando somos tercas con respecto a un proyecto o una idea, empezamos a recurrir a sesgos y actitudes como:
Considerar que nuestros fracasos son circunstanciales, pero que los éxitos son por nuestra responsabilidad y nuestros méritos.Recordar y encontrarse únicamente con información que beneficia nuestras creencias o decisiones. (sesgos de creencia)Desestimar contra-opiniones sobre nuestros proyectos o decisiones.Sentir la retroalimentación como un ataque personal.Ver únicamente en historias y casos de éxito o resiliencia extrema.No estar abiertas al diálogo.
En contraste, la resiliencia nos permite:
Tomar en cuenta otras visiones y razonamientos sin negar nuevas soluciones. Reconocer y diferenciar las situaciones de las que tenemos control vs. de las que no.Definir planes realistas.Ser capaces de pedir ayuda y opiniones.Afrontar cambios.
En Mujeres Sin Filtro creamos una sección, complementaria a este video, llamada Caja de Herramientas donde te brindamos recursos para que puedas utilizar hoy. Aquí podrás encontrar ejercicios y dinámicas para poder diferencias resiliencia de terquedad fácilmente.
CONCLUSIÓN
Ser terca es aferrarnos sin crecer. Mientras que ser resiliente es sostener nuestros proyectos de una manera sana. Sólo de esta manera sabremos cuándo parar, cuándo poner pausas, cómo y a quién recurrir para solucionar problemas.
El fracaso es una oportunidad para conocernos, para crecer, darle vuelta a la hoja y encontrar que ante todas las adversidades somos resilientes.
Que al abrir las manos para soltar, también dejamos llegar otras oportunidades.
Seamos tercas conscientes, para escucharnos entre todas. Porque sabemos que ese es el principio para cambiar nuestros contextos.
Y que no, no vamos a dejar que el patriarcado se siente a mirar cómodamente.
Gracias por tu tiempo y te esperamos en el siguiente curso.
Artículo complementario al Curso 3 ¿Resiliencia o terquedad?
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Transformemos nuestra percepción del fracaso y utilicémoslo como catalizador del crecimiento.
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