No necesitas ser perfecta para tener éxito. Aprende a superar el perfeccionismo y el miedo al fracaso, y descubre cómo liberarte del perfeccionismo
Por mucho tiempo, he vivido bajo la ilusión de que puedo hacerlo todo. Ser una profesional destacada, tener relaciones perfectas, cumplir con todas las expectativas y nunca fallar. Pero, la verdad es que no soy Superwoman, y finalmente me di cuenta de que no necesito serlo.
El perfeccionismo ha sido mi compañero de vida, empujándome siempre a esforzarme más, a hacer todo "perfecto". Sin embargo, me di cuenta de que esta búsqueda incesante de la perfección no solo es agotadora, sino que está profundamente ligada a mi miedo al fracaso.
Desde una edad temprana, aprendemos que cometer errores está mal. Nos enseñan que el éxito es el objetivo, y que el fracaso es algo que debemos evitar a toda costa.
Con el tiempo, internalizamos estos mensajes, y en mi caso, esto se transformó en una búsqueda incesante por alcanzar un estándar imposible.
El perfeccionismo, para mí, siempre ha sido una armadura. Me protejo de sentirme vulnerable o de parecer "menos" ante los demás. Si puedo hacerlo todo bien, nunca me juzgarán. Si soy perfecta, nunca fallaré, ¿cierto? Pero, la verdad es que no importa cuánto me esfuerce, la perfección no es real, y siempre habrá algo que no salga como esperaba.
El miedo al fracaso es algo con lo que muchas personas luchan, pero para los perfeccionistas, este miedo se convierte en una fuerza que controla cada decisión. En lugar de aceptar que el fracaso es una parte natural del proceso, nos detenemos, evitamos tomar riesgos y quedamos atrapados en el miedo a no estar a la altura.
Cuando temes fracasar, el perfeccionismo se vuelve una herramienta para evitar ese dolor. Al intentar hacer todo perfecto, piensas que puedes protegerte de la decepción. Pero lo que realmente sucede es que te estás limitando. Estás dejando que el miedo dicte lo que haces, lo que intentas, e incluso cómo te ves a ti mismo.
El perfeccionismo no es solo una carga emocional, también tiene consecuencias tangibles. Me di cuenta de que pasaba tanto tiempo intentando hacer las cosas "perfectas" que terminaba paralizada. En lugar de avanzar y hacer las cosas, me quedaba estancada en los detalles, en los "¿y si no es suficiente?", en el miedo a que alguien notara un error.
He aprendido que este ciclo es insostenible. Es agotador, y te roba la alegría de simplemente hacer las cosas. Porque, al final, siempre habrá algo que mejorar, pero eso no significa que no sea suficiente tal y como es.
Después de mucho trabajo personal, llegué a una conclusión que me liberó: no necesito ser perfecta. Y, lo que es más importante, no quiero serlo. Fallar es parte del camino, y está bien. En lugar de evitar el fracaso a toda costa, ahora lo veo como una oportunidad para aprender y crecer.
Aceptar que no soy perfecta me ha permitido avanzar con más ligereza. Me he dado cuenta de que no ser perfecta no me hace menos valiosa. De hecho, mis imperfecciones me hacen más humana, y eso es algo que he aprendido a aceptar y a valorar.
Si tú también luchas con el perfeccionismo y el miedo al fracaso, quiero decirte que no estás solo. Romper con este ciclo no es fácil, pero es posible. Aquí hay algunas cosas que me han ayudado en este proceso:
Al final del día, no somos máquinas diseñadas para ser perfectas. Somos humanos, y eso significa que estamos destinados a fallar, aprender y seguir adelante. Si bien aún tengo días en los que mi perfeccionismo quiere tomar el control, cada vez soy más capaz de reconocerlo y soltar la necesidad de ser perfecta.
Recuerda: No eres Superwoman (o Superman), y no tienes que serlo.
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Fuckup Nights
Transformemos nuestra percepción del fracaso y utilicémoslo como catalizador del crecimiento.