3 de cada 4 mujeres cargan con el sentimiento de que en cualquier momento estarán expuestas como no dignas de las posiciones que ocupan
Al terminar una sesión sobre salud mental en el trabajo, un compañero se me acercó para preguntarme si estaba interesada en escribir nuestro siguiente blog post. El tema: La mujer y el Síndrome del Impostor. Él ya había investigado previamente, y entre más profundizaba en el tema, más se daba cuenta de que no era la persona indicada para escribir al respecto. ¿Por qué? Bueno, porque es hombre.
En cuestión de segundos, mientras mi compañero esperaba una respuesta, muchos pensamientos pasaron por mi mente: Primero, tendría una fecha de entrega muy ajustada, y soy muy lenta para escribir. Segundo, seguramente alguna otra de las chicas en el equipo podría hacerlo mejor, son más feministas que yo. Tercero, esto era importante, se le tenía que hacer justicia al tema y no soy una experta en esto. Cuarto, nunca había experimentado el Síndrome del Impostor antes, ¿no debía mejor escribirlo alguien que ya lo haya sentido? Quinto, no quería que mi equipo pensara que no estaba lo suficientemente motivada o dispuesta a asumir un reto.
“Ok, lo haré. Siempre y cuando el equipo de comunicación se tome el tiempo de leerlo y prometan decirme con toda honestidad si lo que escribí es una basura, y que mejor alguien más lo hará.”
En ese momento no entendí lo irónico que eran mis pensamientos. Para mí, yo no era lo suficientemente rápida, lo suficientemente feminista, suficientemente experta, e incluso, suficientemente impostora para escribir este blog.
En cuanto mis palabras estuvieran en un documento listas para ser leídas, EN ESE MOMENTO, yo sería descubierta y mis compañeros tendrían que buscar alguien más para escribirlo.
Sólo en ese momento me di cuenta: ¡MIERDA… tengo el Síndrome del Impostor!
En Fuckup Nights no somos ajenos al Síndrome del Impostor, es un aspecto central en muchas historias de fracaso que nuestros speakers comparten, incluso hemos escrito anteriormente sobre algunas Formas de lidiar con el Síndrome del Impostor. Y no somos los únicos, basta con buscar el término en Google y encontrarse con aproximadamente 6 millones de resultados. Entonces, ¿qué sucede?
Este problema fue acuñado por primera vez en 1978 como el “Fenómeno del Impostor" por las psicólogas clínicas Clance e Imes, (término que preferimos, ya que no es una enfermedad) como una experiencia individual de auto-percepción de ser un fraude o una estafa.
Cada logro significa un falso positivo, resultado de la buena suerte o coincidencia, creando un miedo constante a ser descubierto, ser señalado como un fraude.
El estudio de Clance e Imes, estaba enfocado en mujeres de alto rendimiento, pero con poco autoconocimiento de sus logros, y señalaron, que aunque no es excluyente de todos los géneros, prevalece en mujeres.
En 2020, un estudio de KPMG concluyó que 75% de las mujeres ejecutivas en todas las industrias, han experimentado el Fenómeno del Impostor en sus carreras. Eso es 3 de cada 4 mujeres, cargando ese persistente sentimiento de que en cualquier momento, se caerá el telón y estarán expuestas como no dignas de las posiciones que ocupan.
¿Por qué la mayoría de las mujeres sienten esto en sus vidas profesionales?
Antes que nada, quisiéramos poner esta conversación de cabeza, alzar las manos y admitir que hay que ajustar nuestra mentalidad sobre este tema.
Compartir tips y trucos para lidiar con el Fenómeno del Impostor está bien, pero sólo se limita a tratar los síntomas y no la causa de los mismos. Decirle a una mujer (o a cualquiera en realidad) cómo manejar sus sentimientos respecto al Fenómeno del Impostor, puede que logre empoderar a la persona para lograr un cambio personal, pero también le echa la culpa y toda la responsabilidad en manos de la víctima, y eso está jodido.
Este fenómeno no es un desorden mental autoinfligido (aunque el nombre de síndrome a veces sugiera lo contrario), es una “experiencia que sucede en un individuo [ENG]", pero ¿por qué? Bueno, se debe a nuestro ambiente: el familiar, social, educacional y a los sistemas de trabajo que en ocasiones son los escenarios perfectos para que surja el “Síndrome” del Impostor”, entonces, en vez de enfocarnos en solamente “rehabilitar” a las víctimas, ¡debemos ir directo a la causa y joder el sistema!
El Fenómeno del Impostor se puede empezar a desarrollar durante inofensivos momentos de la infancia, como cuando una hija le pide ayuda con la tarea de matemáticas a su madre y esta responde con que “Esa es una pregunta para papá”, o cuando una joven opta por tomar una clase de Informática y Tecnología y a su alrededor descubre que sólo son ella y otra joven las únicas mujeres de la clase [ENG].Este es un patrón que continúa sucediendo en las salas de juntas, donde tan sólo en E.U.A, las mujeres ocupan sólo el 26.2% de puestos directivos [ENG].
La baja representación en nuestros espacios de trabajo puede aumentar los sentimientos de duda. Para las mujeres de color, este problema es aún más frecuente. En su artículo Deja de decirle a las mujeres que tienen el Síndrome del Impostor, Ruchika Tulshyan explica que se debe a que “la intersección de nuestra raza y género a menudo nos coloca en una posición precaria en el trabajo. A muchas de nosotras en todo el mundo se nos ha dicho implícitamente, si no explícitamente, que no pertenecemos a lugares de trabajo dominados por hombres blancos.”
Las mujeres no sólo enfrentan la duda en sus espacios de trabajo, ese sentimiento a veces viene de la mano con la presión constante de querer, desde esa afortunada posición en la que están, no sólo ser ellas mismas, si no, representar su género, su raza, clase, orientación sexual, etc. Esto aumenta significativamente el miedo al fracaso.
Entonces, ¿cómo podemos arreglar este sistema averiado y detener el Fenómeno del Impostor antes de que se meta en nuestras cabezas?
Nuestros sistemas e instituciones necesitan cambiar, para que las mujeres no sientan que “merecen un lugar en la mesa”, más bien, que sepan que ellas pertenecen ahí.
Volteemos a ver a Islandia, país que lidera el camino de la igualdad de género [ENG] , con un 38% de su parlamento conformado por mujeres y casi la mitad de puestos directivos ocupados por mujeres (gracias a una cuota obligatoria del 40%). El país tiene una política de pagos justos en la que los empleadores tienen que comprobar que se paga por un mismo trabajo, el mismo sueldo a los miembros del equipo. Esta increíble (y lógica) ley, le quita la responsabilidad de pedir un pago justo al individuo (las mujeres y quienes experimentan el Fenómeno del Impostor no tienen que negociar su pago) y se las otorga a los empleadores.
Mucho se debe hacer aún para traer equidad y apoyar una salud mental positiva en los espacios de trabajo. En el reporte Women in Work 2021 de PWC [ENG] , se analiza el impacto del COVID-19 en la mujer que trabaja, y estima que la pandemia retrasó el progreso logrado al que había en 2017. Reponernos de este retraso para el 2030, requerirá un progreso al doble del que se ha tenido en promedio en temas de equidad de género. ¡Pongámonos todos listos para joder al sistema lo antes posible!
¿Cómo? Bueno, podemos empezar desarrollando más confianza y una mentalidad dispuesta a cambiar en nuestras propias familias. La próxima vez alguna de mis sobrinas me pida ayuda para su tarea, en vez de decirle “Soy terrible en matemáticas, pregúntale a tu papá”, le diré, “Busquemos cómo solucionarlo juntas”.
Podemos estar más conscientes sobre la forma en la que apoyamos y hacemos cumplidos a las mujeres y las niñas. Nos encantan estos 50 formas de hacer un cumplido que no tenga que ver con la apariencia [ENG] (you can also use them on boys 😉 )
Y en cuanto a mi “Síndrome del Impostor” recién auto-diagnosticado, trabajaré en ello, después de descubrir si este blog necesita ser reescrito por alguien más , porque creo que hice un muy buen trabajo.
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Editado por
Ricardo Guerrero
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