Es muy probable que tú, yo y nuestros círculos cercanos, tengamos sesgos internalizados de género en nuestra vida profesional.
Transcripción
Bienvenida a tu curso de sesgos y género de Mujeres Sin Filtro. Nosotras somos Fuckup Nights y en los próximos minutos buscaremos responder algunas preguntas: ¿Cómo se expresan los sesgos de género en el día a día? ¿Por qué se dan? ¿Cuáles son las consecuencias en el mundo profesional?
Para poder responder a estas preguntas, primero debemos entender cómo funciona la mente humana.
Nuestros cerebros cuentan con procesos automáticos para ahorrar energía en tareas que no requieren mayor esfuerzo. Como lavarnos los dientes o prepararnos un café. Estos procesos mentales no sólo se aplican en actividades cotidianas, sino que también aparecen en decisiones y juicios de valor.
Como no podemos evaluar, pensar y formar opiniones sobre absolutamente todo lo que nos sucede en la vida, los sesgos cognitivos tienen un papel esencial.
Los sesgos son atajos mentales que nos permiten tomar decisiones rápidas y guiarnos a acciones más efectivas en situaciones específicas.Y aunque son procesos mentales de utilidad, estos son subjetivos. Se forman a partir de nuestra cultura, experiencias, percepciones, emociones, contextos históricos/sociales o aprendizajes pasados.
Creciendo en un sistema que históricamente ha sido desigual, misógino y machista, es muy probable que tú, yo y nuestros círculos cercanos, tengamos sesgos internalizados de género. Creencias erróneas que lastiman a la sociedad y crean desigualdad y discriminación. Sí, aunque seamos mujeres.
Para fines de este curso, nos centraremos en sesgos que afectan únicamente a la mujer en la sociedad. Aunque estos sesgos también pueden dar paso a otros fenómenos como la transfobia, la homofobia, entre otros.
Un sesgo de género refiere a la omisión que se hace sobre cómo son conceptualizadas las mujeres, los hombres y las relaciones de género en una problemática. En ocasiones, estos interfieren en el diseño de programas y políticas públicas, omitiendo necesidades específicas de género.
De acuerdo a la autora Margrit Eichler, existen tres tipos de sesgos de género:
Androcentrismo: La identificación de los masculino con lo humano en general, invisibilizando a la mujer.
Insensibilidad de género: No considerar al sexo y al género como variables significativas en los contextos; no cuestionar los efectos diferenciados en mujeres y hombres. Este sesgo tiende a perpetuar las desigualdades.
Dobles estándares: Este es un problema inverso a la insensibilidad de género, pero con las mismas consecuencias. El sesgo de doble estándar surge cuando se usan criterios diferentes para tratar y evaluar situaciones similares entre ambos géneros.
¿Pero cuándo comenzamos a adquirir estos sesgos?
A las niñas se nos educa para agradar. Los niños, en cambio, se arriesgan y fracasan más fácilmente, lo que provoca que desarrollen más confianza en sí mismos.
Una niña, según datos de ONU Mujeres, a los 6 años empezará a creer que los niños son más brillantes o aptos para las actividades de gente más inteligente.
Las cosas no mejorarán con el tiempo.
Según el estudio No soy lo Suficientemente Buena de las investigadoras Katty Kay y Claire Shipman, a los 8 años, esa niña perderá un 30% de confianza en sus propias capacidades.
Para la adolescencia, les restará sólamente poco más de un tercio.
Estas desigualdades aprendidas, forjarán mentalidades y reforzarán algunos sesgos de género, llevándolos a ámbitos sociales y profesionales. En el mundo del trabajo es muy común ver cómo estas desigualdades llevan a brechas laborales:
Las mujeres en todo el mundo trabajamos más horas en promedio cada semana que los hombres. Y es un trabajo que a menudo se paga mal o tiene poco reconocimiento. Según ONU Mujeres, la brecha salarial en Latinoamérica era del 87% en 2019. Y estiman que con la pandemia, esta se mantenga o empeore.
A ese fenómeno también se le conoce como “techo de cristal''. Las mujeres nos encontramos con barreras invisibles y difíciles de traspasar a pesar de su preparación, y más por cuestiones institucionales. A este fenómeno se agregan factores como la desigualdad en la crianza de los hijxs, la cual recae totalmente en nosotras.
De acuerdo con el estudio Women in the digital Age, tres de cada 10 mujeres en el mundo estudian carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas. Lo que representa un 8 % en carreras de Ingeniería y un 3 % en tecnologías de la información.
Esta brecha por industria, de la cual hablaremos más adelante en otro módulo, existe por percepciones erróneas de profesiones feminizadas o masculinizadas. Por ejemplo, las mujeres predominamos en la industria de cuidados porque estos trabajos se asocian con dedicación, amor, sensibilidad y entrega. En función de la presencia mayoritaria de hombres o mujeres en un sector, es la remuneración de estos trabajos.
Estas brechas son sólo algunas de las que encontramos en el mundo profesional como mujeres, sin mencionar otros fenómenos en el ámbito social. Su disolución es responsabilidad de todxs, pues nos afecta a todas de la misma manera. Según el Informe sobre el Desarrollo Mundial 2011, la productividad podría aumentar hasta un 25% en algunos países si las barreras discriminatorias contra las mujeres desaparecieran.
En ocasiones, superar estas brechas, pertenecer a esos pequeños porcentajes en posiciones directivas o industrias, ponen sobre nosotras expectativas y paradigmas que afectan nuestra salud mental.
Cuando trascendemos en este sistema que no está a nuestro favor, nos vemos presionadas por defender nuestro progreso. Demostrar cada día nuestros méritos y que “valemos la pena”. A partir de estas exigencias surgen mantras nocivos y conceptos que utilizamos a diestra y siniestra. Ya sabes, esos posts súper cursis en Instagram con el hashtag empoderamiento, mujeres chingonas, superwomen.
También tenemos derecho a ser vulnerables, a fracasar y quebrarnos, tanto en posiciones altas, como en emprendimientos incipientes con potencial de crecimiento. Es por eso que es importante compartir el fracaso, y por eso existe Mujeres Sin Filtro.
Aunque las cifras muestran un sistema poco alentador, más adelante veremos cómo cambiar estos paradigmas y tomar el cambio desde posiciones de liderazgo. Nos vemos más adelante.
Artículo complementario: Emprendimientos y diferencias por género
Caja de herramientas para el Curso 1: ¿El fracaso se siente igual en un hombre que en una mujer?
Lecturas recomendadas para el Curso 1: ¿El fracaso se siente igual en un hombre que en una mujer?
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Referencias:
https://campusgenero.inmujeres.gob.mx/glosario/terminos/sesgo-de-genero
https://campusgenero.inmujeres.gob.mx/glosario/terminos/estereotipos-de-genero
https://campusgenero.inmujeres.gob.mx/glosario/terminos/techo-de-cristal
https://lac.unwomen.org/es/que-hacemos/empoderamiento-economico/epic/que-es-la-brecha-salarial
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